martes, 24 de junio de 2008

El primer recuerdo

Estoy tendido en la cama, siento mucho cansancio, son las 4 de la tarde, mas o menos. Mis oídos zumban con fuerza. Un vacío se hace frente a mis ojos, y de pronto frente a mí, una pantalla enorme, como si estuviese en un antiguo cine, solitario, lúgubre, y siento mi corazón fuertemente impresionado. Inspecciono e lugar con mis ojos muy abiertos. Solo la pantalla destaca. Lo demás es obscuridad.
Una escena se dibuja en la pantalla. Me siento atraído hacia ella y de pronto me siento absolutamente absorto en el relato que comienza dibujarse. Veo un jóven sentado en un cerro de baja altura, entre unas rocas. En un instante, soy el joven, y miro desde sus ojos, desde su cuerpo. Estoy mirando un cortejo fúnebre, abajo en el camino que bordea al cerro. Muchas personas, un centenar quizá, todas engalanadas de telas blancas, grises, y otros colores de tinte más bien discreto. Todas caminan tras una urna abierta. La urna se instala en una carroza tirada por dos caballos, engalanados con plumas. La carroza tiene un toldo blanco. Puedopercibir el perfil del hombre que yace allí. Su rostro es muy anguloso. Parece un hombre maduro. Es un Príncipe o un Rey. Todos guardan absoluto silencio mientras caminan detras de la carroza.
Me pregunto cómo pueden rendir honores a ese hombre, si fue tan estricto con su pueblo. lo conozco muy bien, es mi padre, y se bien que fue un gobernante más bien tiránico y distante. Siento rencor por la hipocresía de las personas que acompañan en el cortejo. Puedo tambien notar que me siento profundamente solo en aquel lugar. Estoy fuera de todo eso. Soy marginal y me siento profundamente incomprendido, inmensamente aparte. y entonces me pregunto: "Quien fue realmente ese hombre para mi?". me parece escuchar el eco de mi voz retumbar en el espacio. estoy frente a la pantalla nuevamente. miro con muchísima detención, como si me jugara la vida en la respuesta. Sobre la pantalla se forma en impresionante relieve um rostro esculpido en la roca. Es el rostro de ese hombre, con un tocado de rey antiguo, en forma de sombrero tubular, de angulos rectos perfectos, y su cara se impone como la de un hombre tremendo. Sus rasgos incluyen muchas líneas rectas. Es un rostro alargado, de grandes huesos y una larga y lineal nariz. Sus ojos son fríos como la roca gris en la que se esculpe. Quedo profundamente impresionado por su gran formalidad y poder.
Veo una nueva historia desplegarse ahora...
Veo un tren a vapor, lo veo desde lo alto, como sobrevolándolo, y el tren se aleja de un pueblo. El tren está repleto de soldados, a juzgar por sus cascos, creo que son ingleses, y se que se trata de una gran guerra. Todo es muy gris. hay mucha conmoción. Creo que se trata de la primera guerra mundial.
Ahora soy parte de la vivencia. Estoy parado en el balconcillo de un vagón que colinda con otro, algo así como el espacio entre vagones, pero más amplio. Me he escabullido hasta allí...no debería estar en ese lugar, siento que estoy cometiendo una gran ilegalidad. Ve a la ciudad alejarse, y siento una gran desesperación. se está cometiendo una injusticia conmigo. Esta no es mi guerra no quiero estar aquí, y busco mi oportunidad de escapar, pero el tren se encumbra sobre el filo de un cerro, y el suelo parece alejarse en la medida que el tren trepa por allí. Pienso en lanzarme al desfiladero antes de que sea peor. Un oficial demando irrumpe de pronto, y me increpa. lo veo dispuesto a reducirme, y me siento muy asustado. Porta un fusil algo tosco, pero lo carga decididamente mientras me grita que esto me costará caro. En una reacción absolutamemnte felina lo cojo por el fusil, y aprovecho la dificultad que ambos tenemos para equilibrarnos y cojiéndolo de los brazos lo arrojo hacia el desfiladero. Lo veo rodar por él hacia abajo, la caída es rápida, al mismo tiempo que siento que no hay vuelta atrás, que mi suerte está hechada, y que no me queda más que saltar, pues estoy condenado de todas formas. Me arrojo un poc más allá, y me siento rodar por la pendiente. Quedo tendido en un extremo de la ladera. Alcanzo a vislumbrar hombres armados pasando de un vagón a otro, a lo lejos, mientras el tren da una curva antes de desaparecer. Me oculto en la ladera y ruego no ser visto....estoy aterrado.
Es de noche ahora. Furtiva y apasionadamente, beso a una mujer de traje largo. Se que no volveré a verla, es demasiado peligroso para todos. Hombres armados buscan desertores, o se si a mi específicamente. Corro por una ladera hacia una laguna. La luna es pequeña. Impulso un bote de madera desde un pequeño muelle, y comienzo a remar con extremo sigilo, y mientras me alejo, siento la profunda tristeza y dolor de abandonar a la mujer que amo. No se si volveré a verla. Algo en mi dice que es imposible. Soy un desertor. Estoy desterrado y me interno en la profunda obscuridad del lugar.
Camino por la campiña. Visto harapos. La guerra terminó. Soy un vagabundo sin nombre ni hogar. Llevo muchos años caminando. Estoy cansado y me siento profundamente solo. Junto al camino, una reja metálica muy alta y adornada. del otro lado, a lo lejos, una casona señorial, un palacete de algun latifundista muy privilegiado, quizá multimillonario. Contemplo su opulencia y siento mas fuerte la miseria de mi condición. Estoy demasiado cansado para sentir la injusticia...apenas percibo un asomo de ella, sin embargo, siento una profunda tristeza por la falta de familia, de comodidad, de identidad.
Veo el banco de una plaza olvidada, descolorida por el avance del invierno. Bajo uno de sus asientos de piedra y metal, un cuerpo cubierto por periódicos.
Siento que mi alma estalla en tristeza, cuanto abandono, cuanta desolación, y escucho mi llanto proyectado hacia el infinito. Y unas manos enormes y piadosas me cogen mientras tiemblo, y levantan mi cuerpo sin formas desde frente de la pantalla de mi historia y me acercan a ella mientras observo lo que alli sucede. Veo una amplia plaza y sus árboles, cuyas calles están empedradas por adoquines, y mi espíritu la recorre a ras de suelo, rápidamente. Está semicubierta por hojas secas, muchas de ellas, por todos lados, de intensos colores amarillos, cafés, verdes y rojos, y pasan bajo mío. Mientras sobrevuelo siento la liviandad de mi alma. En el horizonte, millones de hojas secas y las siluetas de árboles añosos. Del ser que me ha cogido entre sus enormes manos escucho su voz profunda: "estas son tus vidas, como hojas secas debes mirarlas". De la sensación de vértigo y conmoción derivo a una profunda paz. Mis oídos zumban denuevo. Estoy suavemente depositado en mi cuerpo nuevamente. Ha caido la tarde y todo parece detenerse en ese silencio.
Recuerdos